Trastornos de personalidad
Aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a una situación difícil, la mayoría es propensa a intentar otro camino si la primera respuesta es ineficaz. En contraste, las personas con trastornos de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus patrones desadaptados de pensamiento y comportamiento se hacen evidentes al principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y tienden a durar toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus relaciones sociales e interpersonales y en el trabajo.
Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación que son relativamente fijos, inflexibles y socialmente desadaptados, incluyendo una variedad de situaciones. Las personas con trastornos de la personalidad generalmente no son conscientes de que su comportamiento o sus patrones de pensamiento son inapropiados; por el contrario, a menudo creen que sus patrones son normales y correctos. Con frecuencia, los familiares o los asistentes sociales o los jueces les envían a recibir ayuda psicológica porque su comportamiento inadecuado causa dificultades a los demás. Cuando las personas con trastornos de la personalidad buscan ayuda por sí mismas (frecuentemente, a causa de frustraciones o problemas de ansiedad o depresión), tienden a creer que sus problemas están causados por otras personas o por una situación particularmente dificultosa.
La principal diferencia de los trastornos de personalidad respecto a otros trastornos psicológicos es que el individuo se comporta y expresa siempre o en la mayoría de ocasiones de manera errática, independientemente de que la situación o el momento lo requiera. Su repertorio de conductas es limitado, reiterativo e inflexible, puesto que cambia muy poco en función de la situación. A pesar de que provocan un malestar intenso en el individuo, no suele existir conciencia de enfermedad.