Acoso escolar o bullying
Se considera que un estudiante está siendo intimidado cuando otro estudiante o grupo de estudiantes le dice cosas mezquinas o desagradables, se ríe de él o ella o le llama por nombres molestos o hirientes, le ignora completamente, le excluye de su grupo de amigos o le retira de actividades a propósito, le golpea, patea y empuja, o le amenaza, cuenta mentiras o falsos rumores sobre él o ella, le envía notas hirientes y trata de convencer a los demás para que no se relacionen con él o ella.
Estas conductas ocurren frecuentemente y es difícil para el estudiante que está siendo intimidado defenderse por sí mismo. También se considera bullying cuando un estudiante está siendo molestado repetidamente de forma negativa y dañina. Pero no lo podemos llamar bullying cuando alguien se mete con otro de forma amistosa o como en un juego. Tampoco es bullying cuando dos estudiantes de la misma fuerza discuten o pelean.
Las características básicas del acoso escolar entre iguales o bullying las siguientes:
- Existe una víctima indefensa acosada por uno o varios agresores con intencionalidad mantenida de hacer daño, existe crueldad por hacer sufrir conscientemente.
- Existe una desigualdad de poder entre una víctima débil y uno o varios agresores más fuertes física, psicológica o socialmente. En el bullying existe siempre una desigualdad de poder, desequilibrio de fuerzas, entre el más fuerte y el más débil; es una situación desigual y de indefensión por parte de la víctima.
- La conducta violenta del agresor contra su víctima se produce con periodicidad, la relación dominio-sumisión ha de ser persistente a lo largo del tiempo.
- La agresión supone un dolor no sólo en el momento del ataque, sino de forma sostenida, ya que crea la expectativa en la víctima de poder ser el blanco de futuros ataques.
El objetivo de la intimidación suele ser un solo alumno o alumna, aunque también pueden ser varios, pero este caso se da con mucha menos frecuencia; la intimidación se puede ejercer en solitario o en grupo, pero se intimida a sujetos concretos.
La revisión de los estudios que han analizado este fenómeno permite distinguir 4 formas de bullying:
- Físico: conductas agresivas directas dirigidas contra el cuerpo (pegar, empujar…) o conductas agresivas indirectas dirigidas contra la propiedad (robar, romper, ensuciar, esconder objetos…)
- Verbal: conductas verbales negativas (insultos, motes, hablar mal de esa persona, calumnias...)
- Social: conductas mediante las cuales se aísla al individuo del grupo (no se le deja participar en alguna actividad, se le margina, aísla, ignora…)
- Psicológico: son las formas de acoso que corroen la autoestima, crean inseguridad y miedo (se ríen de la víctima, le desvalorizan, le humillan, le acechan creándole sentimientos de indefensión y temor…).
No obstante, hay que tener en cuenta que todas las formas de bullying tienen un componente psicológico de abuso y de daño emocional.
El acoso escolar implica cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado tanto en el aula, como a través de las redes sociales, con el nombre específico de ciberbullying. Estadísticamente, el tipo de violencia dominante es el emocional y se da mayoritariamente en el aula y patio de los centros escolares. Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia, siendo ligeramente mayor el porcentaje de niñas en el perfil de víctimas.
Este tipo de violencia escolar se caracteriza por una reiteración encaminada a conseguir la intimidación de la víctima. El sujeto maltratado queda, así, expuesto física y emocionalmente ante el sujeto maltratador, generándose como consecuencia una serie de secuelas psicológicas relacionadas con la ansiedad y la depresión.
Es común que el acosado viva aterrorizado con la idea de asistir a la escuela y que se muestre muy nervioso, triste y solitario en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede acarrear pensamientos sobre el suicidio e incluso su materialización.
Además de la protección, el trabajo terapéutico en el caso de las víctimas de bullying es esencial. En ocasiones, las víctimas no saben manejar o resolver conflictos con sus pares, lo que lo hace tender al aislamiento y la evasión. Se trabaja su autoestima y afectividad. Después, se les ayuda a desarrollar estrategias que les permitan resolver conflictos y enfrentar estas situaciones de agresión de una forma más adecuada y asertiva, sin dejarse maltratar.