Trastorno negativista desafiante o por oposición en niños
No resulta extraño encontrar conductas desafiantes o de oposición a lo largo de un ciclo evolutivo saludable de cualquier niño. En la mayoría de los casos, si no existen factores de riesgo añadidos, la propia educación de los padres y demás agentes socializadores (escuela, etc.) suelen reconducir estas manifestaciones hacia conductas normalizadas. Sin embargo, hay un grupo de niños en los que esta conducta es perseverante en el tiempo y presenta una magnitud o forma que no se corresponde con lo esperado por su edad o cultura. Es entonce, cuando podemos hablar de un trastorno clínico.
La conducta de oposición puede tomar diferentes formas, desde la pasividad extrema (no obedecer sistemáticamente mostrándose pasivo o inactivo) a sus formas más extremas, es decir, verbalizaciones negativas, insultos, hostilidad o resistencia física con agresividad hacia las figuras de autoridad, ya sean los propios padres, maestros o educadores.
Los signos de advertencia pueden incluir:
- Dañar o amenazar a otras personas, mascotas o a sí mismos
- Dañar o destruir las pertenencias ajenas
- Mentir o robar
- Bajo rendimiento escolar
- Faltar a la escuela
- Comenzar a fumar, beber o consumir drogas prematuramente
- Actividad sexual prematura
- Rabietas y discusiones frecuentes
- Hostilidad constante hacia las figuras de autoridad
La conducta desafiante y de oposición de inicio temprano suele ser persistente y puede ir asociado a diferentes tipos de patología infantil y adolescente. En la adolescencia y posterior vida adulta, el niño con antecedentes negativistas u oposicionistas es un claro candidato a desarrollar un trastorno de la personalidad antisocial, por lo que se recomienda terapia psicológica de cara a poder regular cuanto antes estas manifestaciones.