Problemas de conducta
Las conductas agresivas, de oposición, desobedientes o desafiantes se encuentran a menudo en la población infanto-juvenil como parte de un desarrollo evolutivo saludable. Establecer los límites en donde se debe acudir al profesional de la salud es difícil de concretar. Las pistas nos las da la frecuencia, magnitud y perseverancia en el tiempo de la conducta en cuestión en función de la edad del niño.
Un niño con problemas de conducta, que desobedece de forma habitual a sus progenitores, que grita y se enfada con frecuencia o que, incluso, experimenta brotes de agresividad cuando se le lleva la contraria precisa la ayuda de sus padres y docentes para superar sus dificultades de comportamiento.
Poner límites a las demandas del niño es esencial para establecer unos hábitos de conducta adecuados. En el desarrollo evolutivo de los niños es habitual que en ocasiones se detecten estas conductas agresivas, desafiantes, de oposición o desobedientes. Las pautas educativas habituales logran, en general, erradicar estos comportamientos. Sin embargo, en algunos niños, estas actitudes son perseverantes en el tiempo y se incrementa su frecuencia y magnitud a medida que crecen.
Una intervención temprana de sus progenitores con la ayuda del psicólogo puede ayudar a prevenir que un problema de conducta infantil evolucione hacia dificultades mayores en la adolescencia. Dependiendo del tipo de problema presentado, la intervención psicológica se dirige a informar y asesorar a los padres y a diseñar estrategias mediante técnicas de modificación de conducta.